La "oficina" salitrera tomó el nombre de su dueño, Santiago Humberstone, quien, demás está decirlo, se convirtió en un multimillonario empresario del salitre al comprarla en 1934. En 1960, la salitrera cerró sus puertas y décadas después, para preservarla de la depredación humana, una Corporación se hizo cargo de su mantenimiento y se ha empeñado en la construcción de un museo, tarea muy difícil si consideramos la extensión que tiene y la falta de conciencia nacional acerca del valor turístico que representa. Pero, como todo en el desierto, nada es fácil y ellos siguen adelante con la misma convicción de los antiguos mineros: algún día...
El famoso mineral, sin procesar. Por estas "piedras" miles murieron y, muy pocos, enriquecieron. |