Esta ciudad cosmopolita puede parecer, a primera vista, el paraíso del sexo, la promiscuidad y la drogadicción. Nada más errado que esa percepción. Recorriendo la ciudad a pié, nos podemos dar cuenta que la seguridad está presente en todas partes. Los Coffee Shop, lugares donde se puede consumir alucinógenos, prohíben estrictamente el ingreso de menores y además de haber sido disminuidos en cantidad casi al 50 %, son muy controlados por el municipio.
Llama también la atención el uso de bellísimas casonas antiguas tanto como hoteles como centros comerciales.
Llegamos a este magnífico teatro, ya más alejado del centro, y cerca del museo Van Gogh:
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