Antes de la próxima salida al interior del desierto.

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Iquique, como toda ciudad turística, lucha por tener un sitial de privilegio entre las preferencias de los visitantes al país. La naturaleza parece ayudar a sus esforzados habitantes.






Playa, sol y mar...¿qué más podríamos desear?

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El excelente clima de esta zona, permite a los lugareños realizar deportes desde muy temprano: trote, ciclismo, surf, baile entretenido...Alegra el corazón ver tanta vida en las playas iquiqueñas.




Una plaza distinta a orillas del mar

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Disfrutamos de esta pequeña plazoleta, con esculturas muy bien realizadas, que le dan un toque natural y artístico al lugar.




Iquique y sus hermosas playas.

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Volvemos a la ciudad a reponernos de tantas emociones. Recorremos el cuidado paseo del mar de la ciudad de Iquique. Encontramos un grupo de jóvenes voluntarios que asean la playa y nos alegra ver cuánto aprecian su entorno natural.
La temperatura, aunque estamos en invierno, es agradabilísima.  Iniciamos la caminata desde la pequeña plazoleta, ubicada frente al Colegio Inglés, que conmemora al héroe Arturo Prat.




Esos pequeños grandes recuerdos...

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Botellas, cajas, envases, papeles. Pequeños recuerdos que nos hacen evocar cientos de recuerdos de antaño. Ese es el mayor valor que entrega este museo ubicado en mitad del desierto.









El museo en el interior de la Oficina.

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La Corporación a cargo del mantenimiento de este lugar, ahora turístico, se ha esforzado por preservar los recuerdos de la época salitrera. Un pequeño pero interesante museo se ubica en una antigua casona que originalmente se utilizaba como gerencia. Los objetos de antaño nos llenan de emoción a quienes visitamos el lugar.







Los restos de la oficina.

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Aún pueden verse los restos de la oficina que nos recuerdan las rigurosas condiciones de trabajo que soportaban los mineros de la época. Santa Laura llegó a contar con una población de casi ochocientas personas, incluidas las esposas y niños de los trabajadores.






Cruzamos de Humberstone a la oficina Santa Laura.

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A poco menos de dos kilómetros de Humberstone, sobreviven los restos de la oficina salitrera Santa Laura, tan antigua como la anterior y que también "vivió" hasta la década del sesenta del siglo pasado.


La enorme planta en donde se realizaba el proceso de lixiviación del salitre. 


Dejamos Humberstone...

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La "oficina" salitrera tomó el nombre de su dueño, Santiago Humberstone, quien, demás está decirlo, se convirtió en un multimillonario empresario del salitre al comprarla en 1934. En 1960, la salitrera cerró sus puertas y décadas después, para preservarla de la depredación humana, una Corporación se hizo cargo de su mantenimiento y se ha empeñado en la construcción de un museo, tarea muy difícil si consideramos la extensión que tiene y la falta de conciencia nacional acerca del valor turístico que representa. Pero, como todo en el desierto, nada es fácil y ellos siguen adelante con la misma convicción de los antiguos mineros: algún día...


El famoso mineral, sin procesar. Por estas "piedras" miles murieron y, muy pocos,  enriquecieron.





Una piscina muy especial.

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Vivir en el desierto chileno no es fácil. Y el trabajo del minero nortino es una de la labores más difíciles que se pueda imaginar: al ardiente sol del mediodía le sigue el frío extremo de la noche pampina. A las pésimas condiciones - sanitarias  y de equipamiento - en que laboraban los mineros se sumaba una peor aún: las diferencias sociales. La piscina construida enteramente con planchas y perfiles metálicos, no contaba con los sistemas de filtros que ahora conocemos, por tanto, el agua se cambiaba semanalmente; así, los primeros en usarla eran los jefes y sus familias. Le correspondía, en los días siguientes, a los empleados, luego a los capataces; en el penúltimo día de uso, a los mineros casados y el último día, cuando ya el agua turbia no permitía ver el fondo, podían "disfrutarla" los mineros solteros . Y el ciclo se repetía.

Piscina metálica.

El trampolín de la piscina.


Recorriendo Humberstone

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Humberstone comenzó a funcionar el año 1872 aproximadamente y llegó a contar, en el siglo pasado, además del campamento, con una iglesia, mercado, hotel, teatro, hospital, escuela, piscina y casas para los jefes, empleados y obreros.





Humberstone, o cuando el salitre enriquecía a tan pocos...

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La entrada principal a la "oficina".




No se recorre Humberstone, o cualquiera de las "oficinas" - como llamaban los lugareños a los poblados salitreros-, para saber cómo era el proceso o preguntar para qué servía el salitre. Se visitan estas ruinas porque son el reflejo de las enormes diferencias sociales en las que ha crecido nuestro país. La famosa frase de "la explotación del hombre por el hombre" aquí tiene sentido más que en cualquier otro lugar.
 

Recorriendo el "interior" de Iquique.

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Iquique es una zona desértica. Sus poblados, muy alejados entre sí, salpican el vasto desierto nortino. Aprovechamos nuestro viaje para recorrer algunas de sus iglesias más típicas y otros sorprendentes lugares ubicados en el altiplano iquiqueño. Comenzamos por dos de las oficinas salitreras que han sobrevivido a la inconsciencia depredadora del hombre: Santa Laura y Humberstone.

La última mirada a Pisagua.

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Por un angosto y sinuoso camino, dejamos atrás la pequeña caleta de Pisagua. Nos despide su torre del reloj, antigua construcción y símbolo del pueblo. Aunque su mecanismo ya no funciona, la torre del reloj es mantenida con obsesión por sus habitantes. Es un mudo testigo de la historia del pueblo y de nuestro país.


Parque infantil de Pisagua.