Dejamos Humberstone...

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La "oficina" salitrera tomó el nombre de su dueño, Santiago Humberstone, quien, demás está decirlo, se convirtió en un multimillonario empresario del salitre al comprarla en 1934. En 1960, la salitrera cerró sus puertas y décadas después, para preservarla de la depredación humana, una Corporación se hizo cargo de su mantenimiento y se ha empeñado en la construcción de un museo, tarea muy difícil si consideramos la extensión que tiene y la falta de conciencia nacional acerca del valor turístico que representa. Pero, como todo en el desierto, nada es fácil y ellos siguen adelante con la misma convicción de los antiguos mineros: algún día...


El famoso mineral, sin procesar. Por estas "piedras" miles murieron y, muy pocos,  enriquecieron.





Una piscina muy especial.

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Vivir en el desierto chileno no es fácil. Y el trabajo del minero nortino es una de la labores más difíciles que se pueda imaginar: al ardiente sol del mediodía le sigue el frío extremo de la noche pampina. A las pésimas condiciones - sanitarias  y de equipamiento - en que laboraban los mineros se sumaba una peor aún: las diferencias sociales. La piscina construida enteramente con planchas y perfiles metálicos, no contaba con los sistemas de filtros que ahora conocemos, por tanto, el agua se cambiaba semanalmente; así, los primeros en usarla eran los jefes y sus familias. Le correspondía, en los días siguientes, a los empleados, luego a los capataces; en el penúltimo día de uso, a los mineros casados y el último día, cuando ya el agua turbia no permitía ver el fondo, podían "disfrutarla" los mineros solteros . Y el ciclo se repetía.

Piscina metálica.

El trampolín de la piscina.


Recorriendo Humberstone

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Humberstone comenzó a funcionar el año 1872 aproximadamente y llegó a contar, en el siglo pasado, además del campamento, con una iglesia, mercado, hotel, teatro, hospital, escuela, piscina y casas para los jefes, empleados y obreros.





Humberstone, o cuando el salitre enriquecía a tan pocos...

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La entrada principal a la "oficina".




No se recorre Humberstone, o cualquiera de las "oficinas" - como llamaban los lugareños a los poblados salitreros-, para saber cómo era el proceso o preguntar para qué servía el salitre. Se visitan estas ruinas porque son el reflejo de las enormes diferencias sociales en las que ha crecido nuestro país. La famosa frase de "la explotación del hombre por el hombre" aquí tiene sentido más que en cualquier otro lugar.